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Petro reclama justicia global en la ONU: firmeza frente a doble moral

En su reciente intervención ante la Asamblea General de la ONU, el presidente Gustavo Petro lanzó un mensaje firme: Colombia no permitirá que haya doble moral en los escenarios internacionales. Con voz clara y decidida, denunció lo que calificó como un “genocidio” en Gaza, vinculando esa tragedia con las crisis mundiales de desigualdad, cambio climático y guerra contra las drogas. El País

Para la izquierda colombiana, esa defensa del derecho humanitario y esa actitud crítica frente al intervencionismo representan el alma de su proyección política. Mientras sectores de la derecha claman disciplina y silencio frente a poderes globales, Petro alza la voz desde la soberanía nacional para que Colombia sea parte del diálogo que exige justicia global.

En esa narrativa progresista, lo que está en juego va más allá de geopolítica: es un acto simbólico de dignidad nacional. Petros refrenda que Colombia, bajo las banderas del cambio, no se someterá a dictados externos ni condenará causas populares por miedo al costo diplomático.

Pero no fue solo eso. El presidente también aprovechó su discurso para cuestionar la “irracional guerra contra las drogas”, un enfoque que durante décadas ha criminalizado comunidades vulnerables y ha favorecido políticas represivas. La izquierda ha promovido desde siempre que la política antidrogas se transforme: que deje de castigar al campesino pobre y se dirija a atacar estructuras internacionales del narcotráfico.

Este discurso arroja luz sobre algo que muchos progresistas compartimos: que gobernar también es desafiar. No basta con políticas internas transformadoras si en el escenario internacional te sometes al guion de las potencias. Por eso, su actuación en la ONU es ahora un estandarte de soberanía activa, compromiso ético y liderazgo de izquierda en escenarios globales.

La viralidad de sus palabras no radica solo en lo que dijo, sino en quién lo dice: alguien que representa el primer mandato efectivamente progresista en la historia moderna del país. En un momento en que la derecha intenta reducirlo a errores y contradicciones locales, el discurso internacional reafirma que en Colombia hay un proyecto alternativo que piensa en grande.

Para el progresismo, lo que hace Petro ante la ONU no es un acto simbólico vacío: es una apuesta estratégica. Es decir al mundo que Colombia no solo quiere cambios internos, sino protagonismo moral. Y eso emociona, polariza y moviliza.

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