El representante a la Cámara Miguel Polo Polo volvió a estar en el centro de la polémica. Esta vez, por verse obligado a ofrecer disculpas públicas a la congresista María Fernanda Carrascal, luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) ordenara su retractación por comentarios considerados ofensivos y discriminatorios.
En su momento, Polo Polo cuestionó la presencia de Carrascal en el Congreso insinuando que su maternidad afectaba su cumplimiento de funciones, una declaración que fue ampliamente criticada por sectores políticos y ciudadanos por su tono machista y despectivo.
La resolución del CNE no solo obliga al congresista a disculparse, sino que también sienta un precedente frente al uso irresponsable de las redes sociales y el discurso político cargado de estigmatización. Aunque Polo Polo cumplió formalmente con la orden, su disculpa fue percibida como forzada y carente de autocrítica.
El hecho revive un patrón de comportamiento que ha acompañado al parlamentario desde el inicio de su carrera política: declaraciones incendiarias, ataques personales y un discurso confrontacional que parece más enfocado en generar polémica que en aportar al debate legislativo.
Diversas voces han señalado que este episodio debería servir como punto de reflexión sobre los límites de la libertad de expresión en el ejercicio político. Mientras tanto, el gesto de Polo Polo, lejos de limpiar su imagen, reafirma la percepción de un político que confunde la irreverencia con la falta de respeto.













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