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Vanessa de la Torre: cuando el periodismo enfrenta al autoritarismo

Lo sucedido en el “agarrón” entre la periodista Vanessa de la Torre y la senadora María Fernanda Cabal no es un simple rifirrafe mediático. Es un reflejo de la batalla más profunda que vive Colombia: la lucha entre un periodismo libre y crítico, frente a una derecha que pretende intimidar y silenciar toda voz que incomode a su proyecto de poder.

Un periodismo que incomoda al poder

Vanessa no hizo más que ejercer su deber: preguntar. Lo hizo con firmeza, con respeto, y con la convicción de que el periodismo no está para ser aplaudido por los políticos, sino para cuestionarlos. La reacción de Cabal, cargada de sarcasmos, burlas y descalificaciones, fue la prueba más clara de que a ciertos sectores de la derecha les incomoda la crítica, porque están acostumbrados a la reverencia y al silencio cómplice.

El manual de la ultraderecha: atacar al mensajero

Deslegitimar a la prensa, acusar a los medios de desinformar, ridiculizar la voz del periodista, no es nuevo. Es el libreto de la ultraderecha en todo el mundo: convertir al periodismo en enemigo, para blindar sus propios abusos de poder. Vanessa, al no dejarse arrinconar, defendió no solo su nombre, sino el derecho de toda la ciudadanía a estar informada.

El miedo a la verdad

¿Por qué molestó tanto la entrevista? Porque cuando una periodista cuestiona, expone las contradicciones. Porque cuando una mujer con temple y credibilidad habla de frente, las máscaras del poder se caen. Lo que la derecha teme no es a Vanessa, es a la verdad.

Más allá de la entrevista: una señal de resistencia

El episodio nos recuerda algo urgente: Colombia necesita más periodismo libre, más voces que no se arrodillen, más Vanessas que incomoden. Porque en tiempos donde la corrupción, la compra de conciencias y los pactos oscuros siguen marcando la política, el periodismo crítico es el último bastión de la democracia.

Defender a Vanessa de la Torre es defender la libertad de prensa. Es decirle a la ultraderecha que Colombia no volverá a los tiempos del silencio y la intimidación. Porque sin periodistas valientes, no hay democracia posible.

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