Un anuncio esperado por las bases populares
El senador del Pacto Histórico, Iván Cepeda, hizo oficial lo que muchos ya sospechaban: su precandidatura presidencial para las elecciones de 2026. El anuncio lo convierte en una de las figuras más visibles de la izquierda, en un momento en que Colombia debate entre profundizar los cambios sociales o regresar a las recetas de la vieja derecha. Cepeda, hijo del líder de la Unión Patriótica asesinado en los años noventa, es un símbolo de resistencia y de lucha por los derechos humanos.
Una trayectoria marcada por la defensa del pueblo
Cepeda ha sido un congresista incómodo para las élites. Desde la Cámara y luego en el Senado, su voz ha estado al servicio de las víctimas de la violencia y de quienes han sido despojados por el paramilitarismo y el narcotráfico. Fue, además, contraparte directa de Álvaro Uribe en los tribunales, reconocido como víctima en el juicio contra el expresidente por manipulación de testigos. Este papel lo catapultó como un referente de la izquierda ética y comprometida con la justicia social.
Una campaña con raíces en la paz y la igualdad
Su precandidatura se proyecta sobre dos grandes pilares: la defensa de la paz y la ampliación de derechos sociales. Cepeda ha insistido en que no habrá transformación real en Colombia sin desmontar el poder de las mafias armadas y sin garantizar educación, salud y empleo dignos. Su discurso conecta con las mayorías que hoy exigen cambios estructurales y un Estado presente en los territorios olvidados.
El reto de consolidar un bloque democrático
Con su aspiración, Cepeda también plantea la necesidad de consolidar un frente amplio de sectores progresistas y democráticos. La idea es evitar la fragmentación que históricamente ha debilitado a la izquierda y construir un proyecto colectivo donde quepan campesinos, sindicatos, comunidades indígenas, juventudes y sectores urbanos que creen en un país diferente.
Un precandidato que encarna memoria y resistencia
El anuncio de Cepeda no es solo político, también es simbólico. Representa la continuidad de la lucha de su padre y de miles de líderes sociales caídos. Su voz, ahora en la arena presidencial, se suma al llamado de quienes creen que Colombia debe caminar hacia la justicia social, la dignidad y la verdadera democracia.
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