La derecha colombiana, encarnada en el uribismo, vuelve a mostrar su verdadera cara: el nepotismo político. Tras el trágico asesinato de Miguel Uribe Turbay, el Centro Democrático decidió “heredar” la candidatura presidencial al padre, Miguel Uribe Londoño, un político del pasado con una trayectoria llena de sombras y privilegios.
Una “nueva” figura con un largo prontuario
Uribe Londoño no es ningún advenedizo. Fue senador, concejal y dirigente gremial. También estuvo involucrado en el escándalo del Banco del Estado, del que se libró judicialmente pero que dejó en evidencia los manejos turbios de una élite que siempre ha controlado la política y la economía a su favor. Ahora, con un discurso de “continuar el legado de su hijo”, pretende volver a poner en marcha una maquinaria que representa más del mismo clientelismo y corrupción que el país ya conoce.
El uribismo reciclando figuras
La decisión de ungirlo como precandidato presidencial es una muestra de que el uribismo no tiene cuadros nuevos ni propuestas de fondo. Prefieren reciclar apellidos y aferrarse al dolor de una tragedia familiar para mantener vivo un proyecto político que se alimenta de la nostalgia de la guerra y de la mano dura contra el pueblo. Su narrativa se reduce a la seguridad, mientras ignoran la desigualdad, el hambre y la crisis social que vive Colombia.
El peso de los privilegios heredados
La historia de los Uribe Turbay –con un expresidente como abuelo y con décadas de influencia en los gremios– refleja cómo las familias privilegiadas del país siempre encuentran la manera de mantenerse en el poder, aún a costa de manipular el duelo y la indignación social. La llegada de Miguel Uribe Londoño al ruedo electoral no representa un cambio, sino la continuidad de una política hereditaria y elitista.
Colombia necesita algo distinto
El país no necesita más apellidos de élite repartiéndose el poder. Necesita voces nuevas, proyectos que hablen de justicia social, redistribución de la riqueza, educación gratuita y salud digna. Colombia debe dejar atrás a quienes han gobernado con discursos vacíos, defendiendo a los banqueros y empresarios mientras condenan al pueblo trabajador al abandono.
La candidatura de Miguel Uribe Londoño es una prueba más de que la derecha colombiana vive del pasado y carece de futuro. La verdadera renovación está en los movimientos sociales, en la resistencia de las comunidades y en una izquierda que ha demostrado que otro país sí es posible.
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